En épocas donde todo se valora en términos de productividad, la atención es una mercancía que se disputa. Valioso cada segundo de tu mirada, de tu escucha. Los cazadores de la atención nos rodean. Y nosotros…

Nosotros, dispersos. Logran robar migajas de nuestra atención, y toda ella se consume en un mundo devorador. Salta nuestra mirada de imagen en imagen, el cuerpo se nos entumece, los ruidos no nos dejan escuchar… 

Y nuevamente el intento por resistir, cambiar la atención activa y demandada por una atención profunda, contemplativa y detenida, que puede desmenuzar cada momento vivido en sonidos, en aromas, en texturas, en colores… descansar allí. Elegir dónde demorarse… recrear y dar lugar al arte.